No todo está perdido. Derribar las barreras que impone el prejuicio de la sociedad, hacia aquellos que aún están por fuera del sistema, sin oportunidades, con resignación y rechazo, pero con un sentido de pertenencia y dignidad absoluto, para algunos no es una utopía, sino un objetivo de vida.
Por lo menos, así lo manifiesta Luis Brunati, padre de cuatro hijos, compañero de Clara, político – diferenciado de esa gran raza argentina- pero por sobre todas las cosas, un militante de la vida. Expuso sus valores, sentimientos y su ideología ante los avatares de la corrupción y la desidia, en la Argentina de los 80 y 90, siendo Diputado Nacional y Ministro de Gobierno de la Provincia de Buenos Aires.
«No hay más remedio que arriesgar lo que uno más quiere, cuando hay que llevar adelante un proyecto», agrega Luis, quien llegó a la Asociación Gremial de Empleados y Funcionarios del Poder Judicial de Mendoza, para presentar su libro, «Las llaves de la cárcel».
La idea de humanizar la cárcel, uno de los argumentos del trabajo, y la crítica realizada al Servicio Penitenciario argentino, sumido en un notable fracaso, fue el disparador para que más de cien personas llegaran a nuestro gremio a debatir y reflexionar.
Y así sucedió, cuando el invitado dio detalles de la construcción de un penal modelo, con espíritu socializador y de reincersión, cuya obra fue ejecutada en un 75% , con muros levantados por presos de buena conducta.
«Si uno quiere un perro malo, lo ata,le pega y sale malo.Si uno quiere resocializar, no hay más remedio que el cariño», agregó el autor de «Las llaves de la cárcel», luego de exponer su proyecto durante más de una hora.
«Las personas dentro de la penitenciaría no reciben dignidad», aclaró Brunati, al momento de exponer pormenores de aquella tragedia en el penal de Lisandro Olmos, que sucumbió su proyecto en mayo de 1990, cuando 35 de los reclusos que participaban de la iniciativa murieron como consecuencia de un incendio plagado de sospechas.
«Tenía la expectativa de devolverle algo a esas personas, pero no ocurrió. Hay una gran deuda con todos los que se jugaron la vida para avanzar con la nueva cárcel y murieron calcinados en el encierro. El sentido de publicar este libro tiene que ver con una gran deuda hacia los presos», concluyó.
La iniciativa de una cárcel con arquitectura innovadora «en donde los internos vean el sol», fue planteada en 1987 y no se replicó nunca más en el pais. La idea de que presos de buena conducta tengan la llave de sus celdas, fue implementada en España, recién en el 2007, con la creación de «módulos de respeto». La misma política carcelaria siguió Francia a partir del 2017.
Para Brunati, sólo los paises del primer mundo tienen modelos exitosos. Convencido de que su idea iba a funcionar en Argentina, a pesar del final catastrófico en Olmos, señaló la importancia de las nuevas generaciones para cambiar la realidad y hacerle frente al sistema.

